martes, 11 de julio de 2017

Día 6: Odisea a Berlín

La RAE define la palabra 'Odisea' como "un viaje de larga duración, lleno de aventuras adversas y favorables". Bien, el viaje en tren a Berlin es precisamente eso, salvo por que le falla el matiz de las aventuras favorables. No obstante, los contratiempos también son parte importante del viaje, y como tal, hay que vivirlos para experimentar la aventura completa.

Todo comenzó a las 8 de la tarde del viernes en Amsterdam, paradógicamente, después de la mejor tarde de lo que llevabamos de viaje. Nos habíamos juntado con un amigo que visitaba la ciudad, habíamos descubierto rincones con mucho encanto y yo había disfrutado de un atardecer único con la cámara. Es entonces cuando vamos a la estación a coger el tren que teníamos resevado, teníamos que hacer dos trasbordos para llegar a Berlin.

Llegamos con tiempo, compramos algo para la larga noche que nos espera en los vagones, y miramos las pantallas que indican qué andén corresponde a cada tren. Seguido de nuestro tren, sin embargo, no figuraba ningún número. 'Cancelled' se leía en letras rojas. Nos habían cancelado el tren para salir de Amsterdam. Eso implicaba no llegar al tren que teníamos que coger dos horas después a las afueras de Holanda, lo cual impedía también coger el último tren nocturno que nos llevaba a Berlin en un cómodo compartimento que habíamos reservado. ¿Qué hacemos?

Es viernes, y los trenes regionales funcionan toda la noche. Buscamos una posible form de empalmar trenes regionales hasta llegar a la capital germana. Encontramos la forma. Vamos a tener que coger 6 trenes en una noche, estando un total de 2 horas esperando en estaciones por Holanda y Alemania. Para que os hagaís una idea, es como ir de Bilbo a A Coruña cogiendo trenes autonómicos. Como os podeís imaginar, dormimos poco y nos pasa de todo durante esa noche: carreras con las mochilas encima para llegar a trenes, estaciones vacías en las que tenemos que pasar un buen rato, borrachos que vienen de fiesta, borrachos que siguen de fiesta...

A las 9 llegamos a Berlin, y tras una caminata infernal hasta el hostal con mucho sueño y pocas fuerzas, nos dan la peor noticia que podíamos escuchar: el check-in es a la tarde. Nos tiramos en los sofas del bar que a su vez es recepción del hostal. Algunos dormimos algo, otros no pueden por las burlas de varios clientes y trabajadores del propio hostal. Jamás he visto una selección de gente tan extraña trabajando junta.

Si habeís llegado a este punto os podeís imaginar cómo es la primera impresión que nos llevamos de Alemania y de los alemanes. Llegados a esa situación sólo hay un remedio para tantas horas de odisea: salir de fiesta. Vamos a Matrix.

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