domingo, 9 de julio de 2017

Días 2 y 3: Bélgica, esperábamos más

Llegamos a Bruselas de noche, y conscientes de que los horarios en Bélgica son muy contrarios a lo que estamos acostumbrados. Aun así, impulsados por el hecho de ser la primera noche de viaje, que siempre es especial, y dejando atrás el cansacio de cruzar Francia en tren, decidimos salir a pasear sin rumbo ni plan por la capital belga. Bruselas de día deja mucho que desear, pero de noche los pocos rincones con encanto que tiene se vuelven mágicos. Sin estar buscandolo, llegamos a la Grand Place a medianoche, y podríamos habernos quedado ahí lo que restaba de ella. Soberbia.

El martes visitamos Gante, el plan era ir hasta Brujas pero varias recomendaciones de amigos nos aconsejaron la primera opción por ser menos turística e igual de histórica. Un vistazo rápido al casco antiguo te da para hacerte a la idea de cómo son los paisajes en Flandes. Más allá del casco viejo, abarrotado por turistas, y de un par de campas idóneas para echar una buena siesta entre tanto museo, la ciudad tenía poco que ofrecer.

La misma sensación nos quedó tras terminar nuestra visita a Bélgica con un free tour por Bruselas el miércoles. Es cierto que en los últimos años ha ido ganando importancia en el mapa y en los telediarios, pero como capital europea es de las más pobres histórcamente, un quiero y no puedo del que el turista se da cuenta rápido. El barrio europeo tiene poca conexión con las 4 calles que forman el casco antiguo, y la multiculturalidad es el tono dominante en la ciudad. El barrio donde nos hospedamos era musulman, no se veía ni una sola mujer en grandes terrazas con decenas de hombres pasando la tarde. El choque cultural es una constante.

Más allá de lo meramente turístico, este viaje ya nos ha dejado claro que si queremos calma teníamos que haber cogido toalla y bañador y tirar para el Mediterraneo. Los problemas se suceden, hay que tomar decisiones en todo momento, por pequeñas que sean, y decidir implica descartar otras opciones. Esto a su vez va creando tensión en el grupo. La tensión y el cansancio no se llevan bien, y no os quiero contar lo que pasa si además hay hambre. De momento lo llevamos bien, llevamos 3 días de viaje y la euforia de estar haciendo lo que tanto nos ha costado organizar es una fuerza extra. Además tenemos dinero y um buen armamento de embutido de casa, no estamos para quejarnos. Seguimos disfrutando y aprendiendo, lo que te enseña este viaje no viene en los libros. Holanda, danos más que Bélgica.

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